viernes, 10 de septiembre de 2010

Retrato después de almuerzo (o después de la una)

Me he sentado en el pasto,
hierba amarilla calcinada.
La verdosa sombra
de los árboles calvos
está mojada y barrosa.

Alimentos en cajas son plastificados,
ondeados en micros.
Juguetes metálicos, colillas con rouge
ladridos de ladrillo
cacareos y chismografías

De cueros chaquetas
lanas bordadas y guitarras cuadrillé
boinas de versos alternativos
mapas de letras corcheteadas
y silba la fotocopiadora trabajólica.
Montañas tamaño carta y oficio
anaqueles analfabetos
bolsas de humo reciclables.

Y el minutero avanza…
Esperando están las mesas
a las mochilas con piernas
a los ceñidos jeans con poto
a los tacones sonoros martillando las baldosas
a los escupos azules y verborreas voladoras
a las mentes esponjosas,devoradoras e inflamables.

Se escuchan murmullos de diapositivas inteligentes
puntos fugaces olvidados
enunciados bostezan deícticos
narradores voyeristas atrapados en cuadernos
y el lento correr del reloj de maicillo


Lazaro Valle Uneva, 2010

Porque:

A la luz
de usos
de crisis
de vocales
de corcheas
A usté señor destinatario;
He decidido abrirle alcancías de lata atascadas
corroídas por estrofas pedregosas
Quiero sacarle anclajes a fantasmas de cajones
perversiones de papel
la neurosis corcheteada a la hoja de vida
desliz de tisis en una diálisis
Fumarle constructos enfermos
tabacos calcinados en ceniceros
sumados en ábacos colorados
Cantarle horrendos flujos silábicos
de una radio y su trastornado blues
Volarle los oídos con versos de un arcabuz
y terminar de bruces…
Atornillado en la cruz.


Lazaro Valle Uneva, 2010