viernes, 15 de agosto de 2008

Nunca dejes de vivir

Poema creado por: Bernardo "Tata" Escudero

Nunca escribas poesía,
Nunca guardes rencor,
Nunca dejes de amar,
Nunca te dejes enamorar,
Nunca desees a la mujer de tu prójimo,
Nunca desees a tu prójimo,
Nunca mires hacia atrás,
Nunca pienses en el futuro,
Nunca firmes algo sin leer,
Nunca escupas al cielo,
Nunca orines contra el viento,
Nunca tomes de más,
Nuca tomes de menos,
Nunca te levantes del lado equivocado de la cama,
Nunca pienses que todo va a estar bien,
Nunca dejes de tratar,
Nunca pienses que nada puede salir peor,
Nunca dejes a tus amigos,
Nunca los lleves a donde vayas,
Nunca te aferres a quimeras,
Nunca dejes de ser libre,
Nunca pienses que eres libre,
Nunca camines descalzo,
Nunca salgas sin saco,
Nunca te alejes de tu casa,
Nunca te hagas ajeno,
Nunca seas predecible,
Nunca dejes de llevar las riendas
Nunca dejes de soñar,
Nunca sueñes de más,
Nunca apuestes al ganador,
Nunca seas el perdedor,
Nunca creas lo que te dicen,
Nunca dejes de creer en ti,
Nunca seas el plan “B”,
Nuca dejes de tener un plan “B”,
Nunca salgas con dinero,
Nunca dejes de invitar,
Nunca dejes de llorar,
Nunca llores de más,
Nunca pagues impuestos,
Nunca dejes de vivir,
Pero más importante que nada,
Nunca digas siempre.
Y, nunca, pero nunca nunca digas nunca,

miércoles, 13 de agosto de 2008

Alvaro, el escritor

...Otro cuento hecho para el concurso de cuentos del dge (PUC)


Alvaro, el escritor

Por: Álvaro Valenzuela

Tenía los ojos hinchados y rojos de tanto trabajo. Y esto, acompañado de unas ojeras moradas que le llegaban hasta las mejillas. En la mesa había miles de cuadernos amontonados y en desorden, al lado una taza de café vieja y maltrecha, que debe haber sido de la época en que Melquíades llevó el hielo por primera vez a Macondo. También había una maquina de escribir, a la cual le faltaban varias letras que habían sido ingeniosamente reemplazadas por botones. Llevaba días pensando el título para su ensayo, pero ninguno era el correcto. En el suelo, un jardín de bolas de papel arrugadas mostraba el fracaso del gran artista, que yacía inmóvil, en la silla de metal intentando mantenerse despierto.
Así pasó horas, días y meses interminables, bebiendo del infinito y frío café que mágicamente le acompañaba. Su alimento era la frustración de no poder siquiera empezar tan importante trabajo universitario.
En la Biblioteca de Humanidades del, en esos años, famoso campus de San Joaquín, habitaba este extraño hombre de letras, bien conocido por los estudiantes de la universidad. Con el tiempo, su figura creció, a tal punto, que muchos iban a la biblioteca tan solo a verle, incluso algunos se fotografiaban con el frustrado ensayista que poco caso hacía a los curiosos visitantes.

Una tarde de julio, si bien recuerdo, el estropeado Álvaro, como le llamaban algunos al incansable literato, intentó agarrar su taza, pero esta resbaló de sus inútiles dedos y terminó por quebrarse en el blanco jardín de papel que había a su alrededor. El ruido de tal explosión conmocionó a toda la silenciosa biblioteca. Mucha gente se acercó al lugar para ver que había causado tan estrepitoso ruido y otros corrían a contar lo sucedido a los que afuera se encontraban. La calamidad fue tan grande que un mar de gente se agolpaba cerca de la mesa del conocido escritor. Este, con sus brillosos ojos miraba estupefacto a su querida, ya muerta, taza de café. Pasaron varios minutos y los cuchicheos de los curiosos, los flashes de las cámaras y el entrecortado respirar de Álvaro cargaban de suspenso el aire bibliotecario. Todos esperaban ver la reacción del hombre de la silla de metal y esta no llegaba nunca. Hasta que sucedió. El escritor apoyándose en la mesa, trató de pararse. Las flácidas piernas no le respondieron y el hombre se dio de cara contra la empapelada baldosa. Ninguno de sus dientes sobrevivió a tal caída y el piso se tiñó de roja sangre. Los espectadores se abalanzaron sobre el cuerpo, unos para agarrar los dientes o algún recuerdo del mítico personaje y otros para ayudarle. Ni el más doctor, ni la más enfermera de la universidad lo pudo salvar. Y con su cara de no tener la menor idea de que escribir murió.

El cuento de Álvaro el escritor fue conocido en todos los rincones del vasto campus de la Pontificia Universidad Católica. La penosa maquina de escribir fue puesta en un gran estante en la entrada de la Biblioteca de Humanidades. La obra nunca terminada fue enviada al Papa para santificarse y se cree que el cuerpo del misterioso artista está enterrado en algún lugar del patio de la Facultad de Letras. Aunque otros aseguran que fue llevado a un país europeo para ser analizado por famosos científicos. Hasta se pensó un tiempo que no era más que una historia de ficción, inventada por algún desconocido.

De los extraños seres que rondan por la Facultad de Letras

...Cuento hecho para el concurso de cuentos de la dge (PUC)...

De los seres extraños que rondan por la Facultad de Letras

Por: Álvaro Valenzuela

Este relato fue encontrado en unas hojas olvidadas, halladas en alguna mesa en alguna clase del gran campus de la Pontifica Universidad Católica, mejor conocido como San Joaquín.



“Entraron los nuevos letrados un día de marzo, con esas caras nuevas, llenas de frescura y fascinación. El almuerzo de bienvenida fue una maravilla. Estuvieron ahí los grandes profesores, académicos y estudiantes que comúnmente habitaban esa facultad.
Gabriel o Gabo, como se presentaba ante cada nuevo compañero y compañera que iba conociendo, miraba asombrado este nuevo mundo que le recibía con los brazos abiertos. Su primera clase de Literatura fue increíble, la de Lingüística lo mismo y así el nuevo estudiante se complacía con estos nuevos retos que le aguardaban.
Pasaron los meses Gabriel ya tenía su grupo de amigos formado, los Bajtin, Homero, Dante, Bocaccio y Vigotsky almacenados en su memoria intelectual y su prosa y poesía gustaban entre sus pares, así como las notas no bajaban de lo que podríamos llamar “bien”. Todo iba perfecto, hasta ese fatídico día en que todo cambió. Un tal Altazor, compañero de presencia casi desconocida para Gabriel, saltó en paracaídas desde el techo del edificio de la facultad y murió horriblemente ante la vista de todos los que ese día se encontraban. El hecho causó un gran revuelo en la universidad, incluso se habló de cierta locura que rondaba, específicamente, en el patio de Letras, otros simplemente lo llamaron estrés.
La cosa se calmó con el pasar de los días, pero no por mucho tiempo. Un viernes un alumno al tomarse un café de la maquina se transformó en un gran monstruo que despedazó a todo el que encontró a su paso. Luego, inexplicablemente, tomó su forma original. El joven, fue procesado y luego encarcelado. La universidad horrorizada por semejante brutalidad tomó serias medidas, como la prohibición del café, policías en cada clase, incluso se pusieron cámaras de seguridad por toda la universidad. No obstante, la cosa empeoró. Otro día llegó un alumno con armaduras, lanza y montado a caballo atacando a cuanto ventero, ladrón, gigante y hechicero se le cruzaba. A este caballero andante lo pararon otro alocado grupo de estudiantes que acorazados en una falange y con grandes lanzas le acometieron sin piedad. Los policías viendo tal situación dispararon con sus armas hasta no dejar ninguno de pie. Se amenazó con cerrar la universidad, pero nuevamente la cosa volvió a la normalidad en la Facultad de Letras y en la institución académica en general. Gabriel continuó con sus clases, aunque ya con varios compañeros menos, a causa de los graves sucesos anteriores.
Se acercaba julio, el invierno saludaba a la universidad. Los exámenes se acercaban y con ellos las tan esperadas vacaciones. Pero el terror volvió a asolar a la Facultad de Letras. Un amigo de Gabriel, llamado Julio, comenzó, en plena clase de Gramática, a vomitar conejitos blancos que tiernamente llenaban la sala ante el asombro del profesor y los estudiantes. El joven fue llevado a una iglesia donde fue exorcizado y luego fue enviado a un hospital. Esa misma tarde encontraron en un baño a un joven de intercambio proveniente de Alemania, muerto de amor en el baño.
Así, día tras día, se conocían historias nuevas de caballeros, amores, suicidios, poetas, escritores, movimientos, géneros, hombres con alas enormes, viajes, barcos, jazzistas escandalosos, minotauros, laberintos, crucificados, apóstoles, caperucitas, lobos, elfos, pobres, ricos, viejos y jóvenes. Asimismo, Gabriel se dejó crecer el bigote y en un cuaderno comenzó a escribir: Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento…”

En invierno todos quieren volver

Por: Alvaro Valenzuela


-"¡Las hojas me abandonaron!"-
Me ha dicho el árbol solitario
-"Con el viento se arrancaron
la culpa la tiene el calendario"-
Por el camino quebrado
Juntos de la mano
pasan a mi lado
se abrazan y besan
los que ayer se olvidaron
Mejor yo escapo de la lluvia mojada
que mi cama tengo como amada
y todos corren sin detener
En invierno todos quieren volver

El hambre me echa la culpa de sus penas
Anteayer se fue con otro
la sed como hizo Helena
El frío entre algodones
solo se haya en un rincón
será que la pena con sus dones
le ha quebrado el corazón
Si me lo grita la radio al encender
En invierno todos quieren volver

Tirado en la calle el perro aullaba
mas la nieve su canción no escuchaba
esa noche congelada
el hielo durmió con ella abrazada
¡Julio no se quiere ir!
y llega Augusto de la nada
El sol no quiere salir
lo ahogó la nube en su frazada
La Tierra ha abandonado su mover
El norte al sur quiere torcer
En invierno todos quieren volver