martes, 16 de octubre de 2012

¿O es muy tonto lo que estoy diciendo?

16- 10- 2012

 Primero intentaré desenredar una madeja de argumentos en un estilo periodístico argumentativo, buscando, aunque sea, una pisca de objetividad que exponga mi versión sobre lo que se debió hacer en el segundo tiempo del partido que perdió la Selección Chilena la noche de hoy ante Argentina. Alrededor de los 60’ ingresa Eduardo Vargas por Sebastián Pinto, buscándose al parecer la velocidad y buena colocación del hoy delantero del Napoli por sobre la referencia de área del jugador del Bursaspor turco. 
A mi parecer se debió apostar por Vargas pero entrando por la izquierda para profundizar aún más por la banda donde Mark Gonzales aportaba con el ida y vuelta para ayudar en defensa pero que no lograba ser punzante en los metros finales. Es decir, tener a Eduardo Vargas y Alexis Sánchez acompañados ambos dos por sus laterales (Beausejour e Isla respectivamente) machacando por la banda y buscando un nueve de área como es Pinto. Esto además permitiría mayor espacio para Fernández en la mitad, ya que el 14, hoy capitán del equipo, debió luchar en demasía entremedio de una línea de contención y defensa que lo asfixió durante casi todo el partido. Con este mayor volumen ofensivo, a mi parecer, se pudo haber vulnerado la resistencia albiceleste y así, descontar el 2 a 0 en contra. 


 En segundo lugar me lamento como un hincha enfrente del televisor, con unos cuantos tragos encima, al ver la poca fortuna o mala puntería, tal vez, del ataque chileno. Mirando el vaso medio lleno, se llegó, sí, pero se desperdician oportunidades claras de gol que, de ser aprovechadas, ratificarían el buen nivel, tanto individual como colectivo, que posee “La roja de todos”. Odio tener que tragarme, como lo hemos hecho casi siempre -Ojo con la tercera persona, perdimos todos, ¿Somos uno hincha y equipo o no?- una derrota que incluso pudo ser victoria histórica como la vez de Orellana –yo te llamaba para hacerlo tradición Fabián- y que termino siendo un “casi”. Un 2 a 1 conseguido al final. Respetuoso, por el trámite del partido, pero tarde para ilusionarse con un empate. Pero, en fin, no son más que las rabietas de un hincha mal genio con anhelos periodísticos. Al menos, permítaseme un desahogo que limpie telarañas y polvo del oficio de escribir que me gustaría hacer más constante. 

 Vamos todavía. 

 Coco, 2012.