jueves, 27 de octubre de 2011

My name is:


Para vos Pipe


Todo empezó como una broma entre amigos, una talla, nada importante. Era una rutina; salir de la casa, compartir con gente cercana, tomar algo para distender. Fumar también era un buen aliado, favorecía la sed. ¿Duras? A veces.

Éramos jóvenes enérgicos, fuertes, alegres, lo teníamos todo. El futuro de nuestro país decían. Nos pagaban los estudios, manejábamos autos y más de uno accedía a suculentas cuentas bancarias. Nuestras responsabilidades giraban en aprobar cursos y llenar ceniceros. Quizá alguno trabajaba… ya no recuerdo.
Las reuniones eran simples. Era necesario un poco de ruido, mucho hielo y el bendito jarabe. Lo demás lo agregaba cada particular noche.

Navegábamos entre toda la escena musical desde el jazz hasta el rock, incluso las cumbias aparecían en las noches bailables.

Al ser un grupo cerrado nos costaba integrar gente nueva, aunque muchos intrusos terminaron siendo asiduos miembros del clan. Evitábamos relacionarnos sexualmente entre nosotros, para así evitar conflictos de intereses, pero toda regla tiene una excepción o, mejor dicho, nos costaba seguir reglas. Muchos cayeron dentro de una falda y más de alguna falda recorrió un pantalón. Se corrió el rumor de dos pantalones en un baño. Fue corroborado unos años más tarde cuando salieron del closet. Un escándalo, dijeron.

Todos los días había algo que festejar: “el cumpleaños de fulano” , “ganó, o jugó, cierto equipo de fútbol”, “terminé ese ensayo imposible”, “azul en finanzas”, “las cinco crías del perro”, “me compré el último cd de…” Los domingos eran feriados. No porque fuéramos religiosos pero había que darse un respiro. Al final pasó lo mismo que con el sexo.

A pesar de que nos juntábamos la mayoría de las veces en casas particulares el lugar no importaba tanto. Bar, living-comedor, mirador, plaza, todo servía. Muchas reuniones fueron reprimidas, censuradas o clausuradas por las autoridades familiares o policiales. Vivíamos con nuestros papás, los bares son caros y es ilegal tomar en la vía pública.

Éramos una nueva versión del “Club de la serpiente”, más acomodada y menos intelectual. La verdad es que pocos leímos Rayuela. Igual nos jurábamos artistas. De ahí salió el afán de tener un nombre que nos identificara como grupo.
Nació de un tema de Riff, en una noche de rock argentino. No había turismo en el lado oscuro. Casi todos veníamos de familias cristianas, el infierno nos esperaba, decían. Calzó perfecto: “El lado oscuro”. De ahí en adelante nos atragantamos de oscuridad, respirábamos sombras.

Después surgieron los apodos. Los vampiros y zombis estaban de moda en aquel entonces, de ahí salieron varios. A mí me dieron el nombre del vocalista de Pink Floyd, The dark side of the moon, éramos gente creativa.
Eternos como esos espectros solo nos paraba la luz. Pero… siempre hay un pero, los monstruos mueren al final. Lo dicen las películas y los libros. Fuimos cazados, perseguidos. De a poco caímos todos.


Hola, mi nombre es Roger.
“Hola Roger”, dijeron al unísono las personas sentadas, alrededor, en pequeñas sillas de madera.

Coco, 2011.

jueves, 13 de octubre de 2011

Frí-fol

1.
Saltaré
Cuando encadene los vicios
Dos cuadras antes del precipicio
Sin bolsillos ni papeles,
paraguas ni metales
Solo el aire entre los dedos
Descalzo hasta
Los huevos
Hasta los huesos.

2.
Caeré,
en colchones de maleza
entre edredones de piernas,
bosques de labios
olas de sudores

3.
Ahoguense de sed mis manos
Anudense caderas con hombros
Reciten un braille las lenguas
Haganse dedos los aguijones
Y grabense los gemidos en los pies
Para correr meses,
años
Por vías,
veredas
y tangentes.

coco, 2011