miércoles, 13 de agosto de 2008

De los extraños seres que rondan por la Facultad de Letras

...Cuento hecho para el concurso de cuentos de la dge (PUC)...

De los seres extraños que rondan por la Facultad de Letras

Por: Álvaro Valenzuela

Este relato fue encontrado en unas hojas olvidadas, halladas en alguna mesa en alguna clase del gran campus de la Pontifica Universidad Católica, mejor conocido como San Joaquín.



“Entraron los nuevos letrados un día de marzo, con esas caras nuevas, llenas de frescura y fascinación. El almuerzo de bienvenida fue una maravilla. Estuvieron ahí los grandes profesores, académicos y estudiantes que comúnmente habitaban esa facultad.
Gabriel o Gabo, como se presentaba ante cada nuevo compañero y compañera que iba conociendo, miraba asombrado este nuevo mundo que le recibía con los brazos abiertos. Su primera clase de Literatura fue increíble, la de Lingüística lo mismo y así el nuevo estudiante se complacía con estos nuevos retos que le aguardaban.
Pasaron los meses Gabriel ya tenía su grupo de amigos formado, los Bajtin, Homero, Dante, Bocaccio y Vigotsky almacenados en su memoria intelectual y su prosa y poesía gustaban entre sus pares, así como las notas no bajaban de lo que podríamos llamar “bien”. Todo iba perfecto, hasta ese fatídico día en que todo cambió. Un tal Altazor, compañero de presencia casi desconocida para Gabriel, saltó en paracaídas desde el techo del edificio de la facultad y murió horriblemente ante la vista de todos los que ese día se encontraban. El hecho causó un gran revuelo en la universidad, incluso se habló de cierta locura que rondaba, específicamente, en el patio de Letras, otros simplemente lo llamaron estrés.
La cosa se calmó con el pasar de los días, pero no por mucho tiempo. Un viernes un alumno al tomarse un café de la maquina se transformó en un gran monstruo que despedazó a todo el que encontró a su paso. Luego, inexplicablemente, tomó su forma original. El joven, fue procesado y luego encarcelado. La universidad horrorizada por semejante brutalidad tomó serias medidas, como la prohibición del café, policías en cada clase, incluso se pusieron cámaras de seguridad por toda la universidad. No obstante, la cosa empeoró. Otro día llegó un alumno con armaduras, lanza y montado a caballo atacando a cuanto ventero, ladrón, gigante y hechicero se le cruzaba. A este caballero andante lo pararon otro alocado grupo de estudiantes que acorazados en una falange y con grandes lanzas le acometieron sin piedad. Los policías viendo tal situación dispararon con sus armas hasta no dejar ninguno de pie. Se amenazó con cerrar la universidad, pero nuevamente la cosa volvió a la normalidad en la Facultad de Letras y en la institución académica en general. Gabriel continuó con sus clases, aunque ya con varios compañeros menos, a causa de los graves sucesos anteriores.
Se acercaba julio, el invierno saludaba a la universidad. Los exámenes se acercaban y con ellos las tan esperadas vacaciones. Pero el terror volvió a asolar a la Facultad de Letras. Un amigo de Gabriel, llamado Julio, comenzó, en plena clase de Gramática, a vomitar conejitos blancos que tiernamente llenaban la sala ante el asombro del profesor y los estudiantes. El joven fue llevado a una iglesia donde fue exorcizado y luego fue enviado a un hospital. Esa misma tarde encontraron en un baño a un joven de intercambio proveniente de Alemania, muerto de amor en el baño.
Así, día tras día, se conocían historias nuevas de caballeros, amores, suicidios, poetas, escritores, movimientos, géneros, hombres con alas enormes, viajes, barcos, jazzistas escandalosos, minotauros, laberintos, crucificados, apóstoles, caperucitas, lobos, elfos, pobres, ricos, viejos y jóvenes. Asimismo, Gabriel se dejó crecer el bigote y en un cuaderno comenzó a escribir: Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento…”

1 comentario:

Alvaro Valenzuela P. dijo...

El cuento ganador de mención honrosa jaja