miércoles, 24 de marzo de 2010

Una mañana cualquiera

Abro los ojos con dificultad. Viernes. Las lagañas de cemento, aun fresco, y el sol que me da en la cara entorpecen todo intento de querer ver un nuevo día. Sin embargo, la alarma del celular perdido debajo de la cama me obliga a levantarme. Empujo con fuerza las sabanas para que sea imposible rescatarlas. Me pongo de pie como si nunca lo hubiese hecho. Me rasco las cabelleras, de arriba y abajo y bostezo. Abro la puerta y camino dieciocho pasos hasta el baño. Me miro al espejo, pero yo no me hago viejo. Sabor a caramelo caliente y la lengua seca. Tomo agua fría haciendo más ruido con la garganta que el hueón del comercial de Zuko. Me saco el bóxer y lo tiro a lo Michael Jordan al canasto de ropa sucia pero fallo. Ducha de quince minutos… me envuelvo lentamente en la toalla como un Dalai Lama; pero un poco más pálido. Vuelvo a mi pieza, me siento en la cama y observo la puerta del closet blanca como la muralla llena de posters, como mis muslos y como la polera que concienzuda y responsablemente deje lista para usarse la noche anterior antes de salir. Desodorante, ala derecha, izquierda, pecho y vestirse. Cocina, pan, tostadora, mantequilla y no hay jamón… una cucharada de café y dos de azúcar en el vaso de vidrio largo. Leche y revuelvo. De nuevo al baño pensando que dos panes fue demasiado, de la leche ni hablar. Me dibujo en el espejo, que seguía empañado, un bigote a lo Dalí. Me lavo los dientes, escupo, agua, por si acaso una segunda vuelta y me limpio también en la lengua y los cachetes (En la tele dijeron que hacía bien. A veces le hago caso a la tele) Vuelvo a escupir, agua, agua y me seco con la toalla que estaba al lado. Reviso los bolsillos. Billetera atrás, celular a la derecha y con él cantan las llaves. A la izquierda los cigarros y el encendedor. Mochila, un par de cuadernos, el libro y Amén.
Bajo rápidamente las escaleras extrañándome del silencio que me acompaña. El perro me sigue hasta la puerta y me mira con cara de llévame contigo. Le explico cómo conseguir una tarjeta Bip y donde tomar la micro y salgo de la casa rápidamente. Afuera, enciendo un cigarro y al ver pocos autos pasar por la calle me relajo; “Es temprano”, pienso. Confirmo con el celular y no me da la razón. Corro tres cuadras. Descanso, camino y silbo Pet Sematary de Los Ramones mientras me acerco al paradero. Micro; “Hola, buenos días” y el conductor mueve la cabeza en señal de aprobación. “Bip bip” y me siento en la parte de atrás a pesar de que soy el único pasajero. La micro andaba a toda velocidad y yo reflexionaba filosóficamente cada momento de la noche anterior. El primer vaso con tres hielos. Que Hernán se manifestó con su gracia unos segundos después. Del tercero al quinto y suma y sigue. Después la vi a ella y de ahí todo en piloto automático. Con mucha convicción pienso: “Nunca más salgo en la semana”.
Llego al metro Escuela Militar y las nauseas me dan un primer aviso. “Tranquilo, respira”. Entro. De tres en tres bajo la escalera. Esquivo a una pareja y “bip”. Se me enreda el bolso en la barrera giratoria metálica y puteo al aire. Llega cuncuneando el azulado metro, dejo bajar antes de subir y me voy parado apoyado en la puerta de vidrio del lado opuesto de la entrada. Saco de mi mochila la gruesa novela que aplastaba los arrugados textos de la ciencia del lenguaje y me la acerco lo suficiente para que el sapo a mi derecha no pueda leer junto conmigo. Arribo a mi destino y salgo lentamente con el hacha, el machete y el cuchillo clavados hasta el cerebelo. La boca más seca que antes, a pesar del chicle que compré antes de meterme bajo tierra y masqué cual camello durante las dos mil estaciones de metro y de lectura un tanto infructuosa.
Me acerco al campus. A lo lejos veo al Batman alado saludarme. Me detengo. Cuento: uno, dos, cinco, seis, catorce, veintitrés idiotas como yo mirando el cartel gigante que decoraba la entrada de la universidad con un hermoso VIERNES 15 FERIADO. NO HAY CLASES.

Coco, 2010

1 comentario:

Anónimo dijo...

jeje... Me Gusta!... me gusta la forma como describes todo...

Creo que eso te va bien... hasta me has antojado de escribir jejejeje....y de hecho casi nunca lo hago porque voy mas con los numeros!

Diana.