martes, 19 de octubre de 2010

Cuatro estaciones

CUATRO ESTACIONES

I.

La vieja de vestido negro,
maniobra su filosa tijera
y la lista interminable
sujetos aferrados al papel
sabrá ella cuando se corta uno de esos hilos.

Y el hilo
no se pierde solitario.

Se le resquebraja el ánima
a la familia unida
o al quiltro de orejas gachas,
cuando cae la más linda de sus niñas
y el más ermitaño vagabundo.

Filosa noticia
acuchilla
lloran los poros desde los huesos.
No hay nombre para los padres que perdieron un retoño
ni para la cruz que se carga después de tamaña derrota.
Lo sabe el viudo
la huérfana
que la mierda se come fría
y se traga lentamente.

Maldita llamada,
qué daríamos por no contestarla.
cuánto supurará y arderá
la costra en esa herida.

II.

Pegados al asa los dedos
tiesos los nudillos
y el paso:
uno dos.

La lágrima estalla en el piso
ácido humo de velas
bancas de madera,
los lutos sentados
con sus corbatas
zapatos lustrados
y sus vestidos lóbregos.
El crucificado observa desde la muralla.

Cielo dice el clérigo
el abrigo del amigo un pésame
y por el pasillo de lloronas otra vez los tacones:
uno dos.

Depositan la madera,
la flor cortada de raíz
en la limusina a la que ninguna estrella quiso subir.

Después,
la fila de intermitentes
a la pradera dirige su valle de lágrimas.

III.

Uno dos, uno dos
los tacones musicales en el cemento
acompañan la sinfonía
Ave Marías de pañuelitos desechables
Padre Nuestros de mocos aguachentos
Y mastican todo con unas Glorias saladas

La carroza de pétalos coloridos
recorre la calles y avenidas
y los lutos tras de ella
van rumiando su amargura.

La niña con un alba rosa en la derecha,
aferrada la izquierda a la madre ahogada en dolor.

Los vecinos saludan
con lirios y molinetes bailarines
esperan a un nuevo inquilino.
Corean al unísono:
“Polvo eres y en polvo te convertirás”.

IV.

No hay hilo que remiende los jirones.
El caminar del calendario
cicatriza la erosión.
Confiará en sus plegarias
en la pastilla de la mañana
para vencer (o empatarle)
a la pesada sabana
y levantarse como un Lázaro ojeroso.

Abraza la memoria
el collage de años dorados
el aleteo de cada mariposa,
esperando ser protagonista

de las cuatro estaciones.


Coco, original 2010
editado: 2020

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Increible

Anónimo dijo...

Fascinante

M

La muerte de Santiago dijo...

la mierda se come fria y se traga lentamente

JT dijo...

Puta Coco no había leído éste, la cagó, te pasaste... no tengo palabras...