miércoles, 1 de octubre de 2008

El alcalde

Por: Álvaro Valenzuela

-“¡Es la única forma!, hay que acabar con la contra. Tenemos el respaldo del gobierno, nos apoyará.-“¡Jamás! Esos cretinos nos darán la espalda, es mejor pagarle al comité electoral, ¡Un poco de dinero y la victoria será nuestra!” –“¿Que hablan caballeros?, no vamos a manchar mi nombre de tal forma, sus descabellados planes nos llevarán a mí y a mí campaña a la ruina. ¡Tiene que haber otra manera de ganar!, yo sé que la gente me apoya…”-

Luego de aquel acalorado debate Don Manuel, nervioso, recorría sigilosamente, de lado a lado, su despacho. Iba con las manos atrás, murmurando algunas palabras. Cada cierto rato paraba emocionado, levantaba la mirada y enseguida volvía a su misteriosa rutina. Parecía un guardia de palacio, marchando al son del tic tac del gran reloj de madera que estaba a un costado. El silencio sepulcral de la habitación fue interrumpido por unos golpecitos en la puerta. Luego una voz dulce de viejita dijo: –“Don Manuel, su hijo lo vino a ver, está en la salita esperándolo…” –“¡No me moleste Elenita, no ve que estamos en plena reunión!”- gritó amenazadoramente el anciano político mientras se ajustaba su corbata. –“Es que lo vino a ver Don Pedrito, su hijo… vino del sur, y trajo a su nieto…está tan grand…”- “¡QUE SE LARGUE!… ¡mi campaña es lo primero!”- Sin haber logrado nada, Elenita, la anciana milenaria que trabajaba en casa del respetado Don Manuel, se alejó lentamente de la puerta. –“¿En donde quedamos?”- “¿No cree que deberíamos ver a su hijo?”- “¡Acaso no escuchaste!... ¡En donde quedamos!...ah cierto, en la formula para ganar…bueno, como decía, mi gente va a tomar la decisión correcta…ya lo verán… no hay que tomar riesgos innecesarios”- “Las encuestas no están a nuestro favor”- “¡¡Esas encuestas son hechas por el enemigo!! ¡Hay que hablar con los del diario! Esos miserables, inventan e inventan cifras, hay que arreglar ese asunto… ¿Le pagaron al periodista ese?”- “No ha venido aún…”- ¡PERO CÓMO!, ¡LO NECESITAMOS! ¡NECESITAMOS ESA NOTICIA! ¡Hoy es un día muy importante! ¡Llamen al sastre!… Que tenga listo mi traje para la gala de esta noche… la prensa verá al nuevo Manuel Quinteros… ¡LLAMEN A FLORINDO!... ¡QUE TRAIGA MI AUTO!..¿A los oficiales… les pagaron? ¿Al fotógrafo? ¡¡POR QUÉ NO LOS LLAMAN!! ¿Mi señora salió? ¿Pedrito llegó del colegio? ¡DONDE ESTÁ MI CAFÉ!... ¡ES UN COMPLOT!… ¡LO SABÍA! ¡EL GOBIERNO! ¡¡NO LO ACEPTARÉ!! ¡CIERREN EL EDIFICIO! ¡LLAMEN AL DEL DIARIO! ¡¡MI CAFÉ!! ¡LAS FOTOS!... ¡EL FOTÓGRAFO CAFÉ!... ¡¡¡LAS FOTOS!!!”-

Alarmado, Pedro le dijo a la empleada-“¡Elenita!, ¿Qué es ese griterío?”- “Es su papá Don Pedrito, hace tiempo que no toma las pastillas que le dio el medico, lleva una semana metido en su estudio, se encerró y no quiere salir…ya sabe como se pone los inviernos…le bajan esas cuestiones de política, de las campañas y eso…como antes…”- “Bueno entonces vuelvo otro día…voy a llamar al doctor Gutiérrez para que venga, es la única solución- respondió Pedro un tanto desilusionado. Caminó al living comedor cerca de la entrada, donde tantas veces jugó de niño, se quedó mirando una foto en la que aparecía su padre muy formal junto a su fallecida madre y otra pareja igualmente de formal y esbozó una tímida sonrisa. Luego, caminó hacia la puerta de entrada y le gritó a su hijo, que corría por el minúsculo y descuidado patio de la casa. Juntos, padre e hijo, se despidieron de la encorvada Elenita y se dirigieron hacia la salida. Ésta, emocionada, le apretaba los cachetes al tierno niño de pelo rubio y decía -“¡Hay que está grande usted!”.
Después de la calurosa despedida, salieron Pedro y su hijo de la casa y caminaron calle abajo… -“¿Y que pasó con el tata?”- preguntó el pequeño, mientras corría para alcanzar a su padre, que a grandes zancadas se alejaba. -“Estaba trabajando, muy ocupado…ni te imaginas lo que trabajan los alcaldes”-.

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